Y es que debemos saber, en primer lugar, que la conservación del agua no es eterna, incluso aunque la guardemos en la nevera.
Si bien es cierto que el frío ralentiza la actividad de propagación de los microorganismos, esto no es lo mismo que decir que los elimina completamente. Además, no hay que olvidar que algunos patógenos se multiplican incluso a temperaturas de refrigeración.
Chicago vive estos días una ola de frío polar que ha provocado que las temperaturas alcancen hasta casi -30ºC bajo cero. Un frío que ha congelado ríos y paralizado muchos accesos. Precisamente una de las infraestructuras más afectadas por esta temperatura han sido las vías del tren. Al estar fabricadas en metal, el material cambia de tamaño en función de la temperatura hasta tal punto que los trenes ya no pueden pasar por ellas.
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